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Hippidion y Amerhippus, los verdaderos caballos americanos extintos y sus fósiles.

 Por Mariano Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel Boh. marianomagnussen@yahoo.com.ar

Tomado de; Magnussen, Mariano (2022). Hippidion y Amerhippus, los verdaderos caballos americanos extintos y sus fósiles. Paleo, Revista Argentina de Divulgación Paleontológica. Año XV. Número 153. 29-33.

Mucho antes de que los conquistadores introdujeran el caballo, existió el caballo americano, que llego a Sudamérica hace algo más de 2 millones de años, y se extinguió hace apenas 8 mil años antes del presente. Parecido, pero no igual.

Es bien conocida la historia de la llegada de caballos a nuestro continente por medio de los primeros conquistadores. Pero mucho antes, existieron dos géneros de caballos americanos, hoy totalmente extintos, el Hippidion y el Equus (Amerhippus), cuyos restos fósiles son frecuentes en nuestra zona.

El 23 de mayo de 1493 comenzó la historia del caballo (moderno) en América con un escrito de los Reyes Católicos, quienes ordenaban el envío al Nuevo Mundo de 20 caballos y cinco yeguas escogidos en el reino de Granada. Estos caballos llegaron a América gracias a Cristóbal Colón quien, en su segundo viaje, los llevo con él. En la región del Río de la Plata fueron introducidos por Pedro de Mendoza en 1535. Los mismos eran según los testigos 42 ó 72, los cuales lograron reproducirse con gran rapidez debido a los escasos predadores de gran tamaño que quedaban. Estos caballos europeos se convirtieron en cimarrones, es decir, de domesticos pasaron a formar grupos salvajes.

También en 1541 Alvar Nuñez Cabeza de Vaca llevó caballos a Asunción del Paraguay. Asimismo otros llevaron caballadas hasta Tucumán desde el Perú. Ya en 1580, Juan de Garay da cuenta de la gran cantidad de estos animales en las praderas pampeanas.  En esos tiempos los grandes beneficiados con la introducción de caballos fueron las tribus nómades americanas que recorrían el territorio a pie. El uso de los equinos cambió y mejoró sus vidas de un modo notable. Posiblemente el caballo europeo desplazo de su nicho ecológico al guanaco (Lama guanicoe), que hasta el siglo XVI era muy común en la región pampeana.

El primer registro de un caballo fósil sudamericano fue el molar superior descubierto por Charles Darwin cerca de Bahía Blanca (Provincia d Buenos Aires), al que Richard Owen identifico en 1840, y lo denomino Equus caballus (la especie actual), y más tarde lo denomino Equus curvidens.

<<<Cráneo y mandíbula de Hippidion principale, de la colección del Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Hallado en localidad de Mar del Sud.

Pero en realidad, los verdaderos caballos americanos vivieron en América el Sur desde el Gran Intercambio Biológico Americano, hace caso 2 millones de años y se extinguieron según las dataciones radiocarbonicas hace unos 8 mil años antes del presente, siendo los equinos, uno de los primeros mamíferos ungulados que invadieron estas tierras.

Este fenómeno geológico y biológico ocurrido en lo que hoy conocemos como istmo de Panamá, que conecto ambas américas, lo que produjo un importante flujo de migraciones faunísticas.

Uno de los tantos invasores fue Hippidion (que significa 'caballito'). Fue un género extinto de caballo endémico de América del Sur, ósea, que sus antepasados eran del hemisferio norte y en Sudamérica desarrollo características distintas y propias. ​Todas las especies del género Hippidion, tenían el tamaño aproximado de un burro actual. Además de proporcionalmente la cabeza más grande, y la particularidad de poseer una protuberancia en su frente reforzada por el hueso nasal. Además los cráneos con sendos huecos delante de los ojos, siendo posible que alojaran glándulas de algún tipo, tales como tienen algunos ciervos para frotarse en los árboles y marcar su territorio. De esta manera se determinó que posiblemente

El anterior genero paralelo y contemporáneo Onohippidium, se trataba de ejemplares machos de la misma especie. Hasta hace unos años se los clasificaba como, Onohippidium, hasta que se llegó a esa conclusión de su dimorfismo sexual.

Este género es muy conocido desde el norte de Colombia hasta el sur de la provincia de Buenos Aires y zonas más australes (Patagonia Argentina y Chile). De acuerdo a las recientes teorías de algunos paleontólogos, este género estaría emparentado con Pliohippus Dinohippus del Plioceno de América del norte. 

<<<Copia de cráneo completo de Hippidion. de la colección del Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Gentileza Adrián Giacchino de la Fundación Azara.

Hippidion principale es además la especie tipo del género Hippidion y la más grande. La especie fue descrita originalmente por Peter W. Lund en el año 1845. ​ Lo hace bajo el nombre de Equus principalis, mediante un molar superior derecho que provenía de las cavernas de Lagoa Santa, en el estado de Minas Gerais, Brasil. El tipo estaba depositado en el Zoologisk Museum de Dinamarca, aunque está perdido.

Medía 1,4 metros de altura hasta los hombros, su longitud era de 2 metros y pesaba en alrededor de los 250 kilogramos. Su aspecto general era similar al de una cebra, ósea, era más robusto y pequeño que los caballos domésticos.

Evidencias morfológicas, como la delicada estructura de los huesos nasales y diferencias anatómicas de las extremidades, sugiere que Hippidion evolucionó aislado de otras especies de caballos de América del Norte, y que pertenece a un tipo de caballos distinto a los actuales, lo cual, luego de varios debates sobre la valides del género, se sostuvo Hippidion por medio de los estudios del genoma mitondrial.

Caracteres craneales y anatómicos sugieren que este género no prefería tanto las llanuras abiertas como su pariente Equus (Amerhippus), al parecer Hippidion estaba mejor adaptado a ambientes cerrados, como bosques y estepas arboladas, donde se alimentaba de vegetales tiernos, favorecidos por un clima más frío y húmedo. Probablemente fue depredado por grandes carnívoros placentarios como félidos dientes de sable (Smilodon) y cánidos sudamericanos como Protocyon y Theriodictis, o por el oso de cara corta Arctotherium.

Evidencias arqueológicas recolectadas en la región patagónica de Chile y Argentina, en localidades como la Cueva del Milodón y la provincia de Santa Cruz, demuestran que Hippidion saldiasi sobrevivió en dicho territorio hace alrededor de 13.000 a 8.500 años, siendo este uno de sus últimos refugios.

<<<Aspecto del caballo extinto Hippidion principale. Ilustración de Daniel Boh.

Amerhippus, es otro de los géneros válidos para equinos sudamericanos. Se caracteriza por presentar una mandíbula robusta, y sus miembros monodáctilos macizos y cortos. El cráneo exhibe una cresta supraoccipital ancha, y una flexión craneal destacada. 

Equus (Amerhippus) se distingue principalmente de Equus (Equus) por la ausencia completa de la cavidad en forma de cono comprimido —llamado cartucho externo o cornete— situada en el extremo libre de los incisivos inferiores. Esto sería el resultado de una evolución regresiva, y trae como resultado la pérdida de esmalte en la superficie que aplica masticación.

El cúbito es más fuerte en Amerhippus que en otros subgéneros de Equus. Otros autores encontraron adecuado separar en un subgénero propio a los Equus sudamericanos pues todas sus especies poseen unas características extremidades más cortas y robustas, un cráneo más grande (en relación a las proporciones corporales), y la misma morfología dentaria.

El ambiente inferido para el género abarca áreas abiertas de la región pampeana y brasileñas, que indicarían ambientes de pastizales xerofilos y suelos más compactados. En este sentido, los registros en Chile están limitados a la parte central y sólo a nivel genérico, por lo que las inferencias paleoambientales que se pueden obtener resultan poco precisas. Este animal pesaría unos 400 kilogramos y pastoreaba en la antigua región pampeana.

Es un subgénero del género Equus el cual agrupa a las cinco especies de dicho género de la familia Equidae, que vivieron en el Pleistoceno medio al Holoceno temprano de América del Sur, todas ellas se han extinguido. 

<<<El Gran Intercambio Biótico Americano, fue el fenómeno geográfico y biológico que posibilito el ingreso de antiguos Equinos a Sudamérica, para desarrollarse como Hippidion y Amerhippus.

En el Museo de Ciencias Naturales de Miramar se exhibe un cráneo de la especie Hippidion principale, hallado al sur de la localidad vecina de Mar del Sud. El mismo posee las citadas fosas y es uno de los pocos encontrados hasta ahora. Fue estudiado por la investigadora española María Teresa Alberdi, la más autorizada especialista en caballos prehistóricos y quien es autora también de un importante libro “Caballos fósiles de América del Sur”, junto con el paleontólogo argentino José Luís Prado, de la Universidad Nacional del Centro, en Olavarría. También en nuestro museo se resguardan restos de vértebras, huesos largos, mandíbulas, entre otros

Bibliografía sugerida.

ALBERDI, M.T.; CARTELLE, C. & PRADO, J.L. 2003. El registro Pleistoceno de Equus (Amerhippus) e Hippidion (Mammalia, Perissodactyla) de Brasil. Consideraciones paleoecológicas y biosgeográficas. Ameghiniana, 40:173-196.

ALBERDI, M.T..; Miotti, Laura; Prado, José L. (2001). "Hippidion saldiasi Roth, 1899 (Equidae, Perissodactyla), at the Piedra Museo Site (Santa Cruz, Argentina): Its Implication for the Regional Economy and Environmental Reconstruction". Journal of Archaeological Science 28 (4): 411-419.

ALBERDI, M.T..; Prado, J.L. 1995b. Los Équidos de América del Sur. In Evolución climática y biológica de la región pampeana durante los últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental (Alberdi, M.T.; Leone, G.; Tonni, E.P.; editores). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Monografías, p. 295-308. Madrid.

ALBERDI, M.T., Prado JL, Favier-Dubois C (2006) Nuevo registro de Hippidion principale (MammaliaPerissodactyla) del Pleistoceno de Mar del Sur. Revista española de paleontologíaISSN 0213-6937, Vol. 21, Nº. 2, 2006págs. 105-114

AMEGHINO, F. 1888. Rápidas diagnosis de mamíferos fósiles nuevos de la República Argentina. Buenos Aires, Obras Completas, 5:471-480.

AMEGHINO, F. 1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina. Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, 6:1-1027.

ATON, Michael. (1992). Dinosaurios y otros animales prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C.

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Los Roedores fósiles. Los mas numerosos y raros que se han hallado.

Por Daniel Boh. Museólogo y Titular del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. jdanielboh@yahoo.com.ar Publicado en la Revista Espigon.

Estos pequeños, y a veces no tanto, mamíferos habitan en casi todo el mundo pero su origen fue Asia y su llegada al continente sudamericano fue concretada de un modo particular, el cual aún hoy se discute.


Tal como hemos contado en otros relatos, el continente Sudamericano estuvo separado del resto de los continentes prácticamente desde la desaparición de los dinosaurios, hace unos 65 millones de años. En ese momento y debido a la deriva continental se convierte en una gran isla, como lo que hoy es Australia. Por este motivo se generaron una gran cantidad de especies propias de mamíferos con características particulares y únicas. Esta situación se mantuvo hasta hace unos 2,5 millones de años y, debido al movimiento del continente, se unió a América del norte, pasando hacia el sur una gran cantidad de especies del hemisferio norte. Lo particular es que en el caso de los roedores, éstos ya estaban mientras este continente era una isla desde el Eoceno, hace unos 40 millones de años.

En aquellos tiempos el continente africano ya estaba completamente separado de América del Sur y el océano Atlántico era bastante ancho como para cruzarlo a nado. Se cree que estos animalitos vinieron “embarcados” sobre balsas naturales. Estas formaciones se generan en los deltas de los grandes ríos y son acumulaciones de desechos vegetales que se van acrecentando por años hasta formar un piso bastante sólido en el que hasta crecen árboles y viven muchos animales terrestres.

Se han visto en tiempos modernos a estas balsas con árboles de casi 30 metros de alto en el medio del océano. Por esto es muy posible que uno de estos territorios flotantes haya llegado con éxito a nuestras costas con una cantidad suficiente de animales como para reproducirse y expandirse por el nuevo hábitat.

La última oleada de roedores es muy posterior y se debe al arribo de los buques europeos, entre cuyos pasajeros se encontraban las ratas y ratones que también invadieron el continente pero se han mantenido siempre cerca del ambiente creado por los seres humanos.

Los roedores llegados hace millones de años se diseminaron y adaptaron muy rápidamente, desplazando de sus nichos ecológicos a otros animales locales, tales como ciertas especies de pequeños marsupiales. De esta manera también alcanzaron dimensiones impresionantes; entre ellos un gran pariente de los actuales Carpinchos, el Protohydrochoerus del Plioceno (4 millones de años), que tendría unos 2 metros de largo y 300 kilos de peso. Pero los carpinchos primitivos no fueron los roedores más grandes, ya que ese lugar le corresponde a un antiguo pariente de la Pacarana, que en la actualidad vive en el Amazonas y pesa unos 10 kilos. Estos animales son del género Telicomys, con representantes gigantescos, como el Phoberomys pattersoni, cuyo esqueleto casi completo fue hallado en Venezuela en 2000. Su tamaño era de 4 metros con un peso cercano al de un rinoceronte actual y vivió a principios del Plioceno (5 millones de años).

De todos modos este no era el roedor más grande que se conoce, ya que en Uruguay fue hallado en 1987 y descripto recién en 2008, un ejemplar al que se le puso como nombre Josephoartigasia monesi, cuyo cráneo supera el medio metro de largo y el resto ya se imaginarán. Los roedores sudamericanos están distribuidos en todos los ambientes del continente y los más conocidos son:

El Carpincho o Capibara ; Paca; Agutí; Coipo (también conocido como Nutria); Degú; Curuco; Coendú (también denominado Puercoespín sudamericano); Chinchilla; Mara o liebre patagónica; Vizcazcha; Tuco-Tuco; Cobayos y Cuises. Los roedores Cricétidos (parientes del hámster) como las Ratas conejo y los Ratones de campo, tienen su origen en América del norte y llegaron hace unos 5 millones de años, antes del gran intercambio producido hace 2,5 millones, por lo que se discute aún sobre cómo fue su migración.


El estudio de los roedores, tanto actuales como prehistóricos es muy importante ya que su variedad y capacidad de adaptación a los cambios permiten hasta deducir cómo era el clima y el ambiente en tiempos muy remotos. Curiosamente, en muchos casos se estudian los restos de regurgitaciones dejadas por las lechuzas y otras rapaces, lo que posibilita analizar la presencia de ciertos roedores que de otra forma sería difícil de descubrir.

En nuestra zona también fueron hallados restos de grandes roedores, especialmente mandíbulas incompletas de un pariente del Carpincho, no tan gigantesco como los nombrados al principio, pero que muestran la riqueza paleontológica en la región que siempre nos sorprende.

Bibliografía:

BERTON, M. (1992). Dinosaurios y otros animales prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C.

NOVAS, F. 2006. Buenos Aires hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, Ciencia que Ladra. Serie Mayor.

TONNI, E. 1994. La historia de un arroyo. Un encuentro con los fósiles. Editorial Lumen. 24 Páginas. Idioma Español.

TONNI E. Y PASQUALI R. 1998. Mamíferos Fósiles - Una historia de 65 millones de años. Edición de los autores. Buenos Aires, Argentina. 79 paginas.


El origen de los Camélidos fósiles y actuales de América del Sur.

 Por Mariano Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel Boh. marianomagnussen@yahoo.com.ar

Los camélidos son una familia de mamíferos artiodáctilos. Actualmente representados en América del Sur, habitando desde las alturas andinas hasta Tierra del Fuego y el Chaco. De las cuatro especies de camélidos sudamericanos, dos son domésticas (llama y alpaca) y dos son silvestres (guanacos y vicuñas). Todas habitan ambientes áridos y altos, y sólo el guanaco lo hace en zonas a nivel del mar, cuya distribución fue mucho más amplia en la antigüedad.

Otros camélidos reconocibles están agrupados en cuatro especies del genero Camelus, conocidos como camellos, que habitan llanuras secas de África y Asia.

Los camélidos son estrictamente herbívoros, con largos y delgados cuellos y piernas prolongadas. Se diferencian de los rumiantes porque su dentición muestra rastros de incisivos centrales vestigiales en el maxilar superior, y la presencia de dientes caninos verdaderos, separados de los premolares

No tienen pezuñas, pero a cambio tienen dos dedos con uñas en cada pie y almohadillas plantares. La mayor parte de su peso recae en estas almohadillas resistentes y fibrosas. En el caso de los camélidos andinos, tienen la capacidad de utilizarlas para ganar más agarre en los terrenos rocosos y en las llanuras aferrarse mejor a terrenos húmedos para poder correr y alejarse de los depredadores, entre otras características.

<<<Tamaño comparativo de Hemiauchena paradoxa.

En términos paleontológicos, se conocen al menos ocho géneros extintos, con formas y tamaños sorprendentes, y algunos de ellos llegaron a Sudamérica hace unos 3 millones de años antes del presente.

Los Camélidos se originaron en Norteamérica, conti­nente del cual migraron grupos de animales en diferentes épocas hacia Eurasia y Sudamérica. Algunos de los primeros registros fósiles de Camélidos se originan en el Eoceno medio superior, hace 45 millones de años, con la especie Protylopus petersoni, con una talla no mayor a los 30 centímetros, llegando a formas gigantes como Paracamelus gigas, que  emigro a Asia por el estrecho de Behring, diversificándose en las dos especies de camellos que allí existen actualmente. La diferenciación y especialización, ha sido el producto de un proceso evolutivo de millones de años.

Durante el Oligoceno algunos camélidos primitivos desarrollaron cuellos largos que les permitió ver sobre los árboles y arbustos, y tenían cuatro dedos bien diferenciados. Pero en el Mioceno perdieron los dedos laterales, como forma de adaptación a nuevos ambientes. Los primeros tipos de camélidos probablemente no tenían joroba y se parecían a las llamas.

Los hallazgos de restos fósiles muestran que hace aproximadamente 20 millones de años, los camélidos dominaban las zonas planas de América del Norte. Un estudio detallado de estos restos permitió clasificarlos en cuatro grupos con características propias y representadas por los géneros Titanotylopus, Paracamelus, Megatylopus y Hemiauchenia.

Debido al enfriamiento de la tierra durante el Mioceno y el Plioceno, las sabanas se incrementaron y los camélidos sufrieron procesos selectivos que dieron lugar a adaptaciones a las nuevas condiciones, como el alargamiento de sus patas, la aparición de coronas en sus dientes, necesarias para masticar los pastos. A partir del Plioceno y el Pleistoceno la temperatura empezó a ser más variada en todo el globo terrestre.

<<<Restos de Hemiauchena paradoxa, recuperados cerca de Centinela del Mar Colección Museo de Miramar.

Para este momento, ocurre la conexión continental entre América del Norte y América del Sur, con la formación del Istmo de Panamá, lo que genero el suceso denominado “El Intercambio Biótico Americano “ (GIBA), cuya consecuencia de estos cambios fue la llegada de nuevos depredadores a Norte América y, por otro lado, el hecho de que los camélidos que habían emigrado se encontraran con depredadores nativos de dichos lugares (marsupiales del tamaño de un oso o aves del terror), por lo cual, el mejor mecanismo de defensa fue la huida hacia entornos desérticos y abiertos.

El registro más primitivo de la familia Camelidae, corresponde al Plioceno de Barranca los Lobos, entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar (Provincia de Buenos Aires, Argentina) en la Formación San Andrés (edad Uquiense), y para el Pleistoceno se hallaban bien diferenciados Hemiauchenia, Paleolama (de tamaño mayores que los representantes actuales) y Lama.

Uno de los grandes camélidos que se adaptaron a las condiciones sudamericanas fue Hemiauchenia paradoxa. Esta especie fue descrita originalmente en el año 1880 por el paleontólogo y entomólogo francés François Louis Paul Gervais y el naturalista argentino Florentino Ameghino.

Su apariencia era semejante a la de una llama o guanaco contemporáneo, pero su altura superaba la de un camello viviente de Asia y África, unos 2,5 metros aproximadamente y una tonelada de peso. Se alimentaba principalmente del pastoreo y sus restos son muy abundantes. Poseía miembros robustos, metapodos cortos y mandíbula mesognatas y bajas.

<<<Acumulación antropica de restos óseos de Lama guanicoe, en el sitio arqueológico Nutria Mansa 1. Tres mil años de antigüedad.

Otro representante fue Palaeolama weddell, estudiada por Gervais, 1855, y fue un camélido de gran tamaño, alcanzando tallas hasta un tercio mayor que el guanaco actual. El cráneo es alargado, con un hocico delgado y largo. Los molares, de corona alta, se disponen en series convergentes. Los miembros eran robustos, con los metápodos relativamente cortos. Palaeolama fue característico de áreas andinas. Existen algunos restos de camélidos de gran calla en la Patagonia austral, por ejemplo en la localidad arqueológica de Monte Verde, al sur de Chile, que fueron identificados como Paleaolama. Es probable, entonces, que este gran camélido haya vivido hasta tiempos relativamente recientes.

También se registra Eulamaops paralellus, descripta por Florentino Ameghino en 1884. Era un camélido similar en aspecto al guanaco, aunque de tamaño mayor. Este género es conocido a partir de escasos restos colectados por su hermano Carlos en las barrancas del río Luján.

En cambio, Lama guanicoe fue de menor tamaño y es el guanaco actual, cuyos restos fósiles son conocidos desde el Pleistoceno por Lama gracilis. Su registro desaparece hace solo unos siglos atrás, calculados en el siglo XVI y XVII en la provincia de Buenos Aires donde era muy abundante, pero con presencia en las regiones de Patagonia, Cuyo y Norte argentino.

Desde la llegada de los primeros grupos humanos cazadores, se convirtió en una presa muy usual, cuyos restos óseos son los más comunes entre los grandes mamíferos en sitios arqueológicos. Uno de ellos fue el sitio Nutria Manza 1 (entre los Partidos de General Alvarado y Lobería). Por lo general, en todos los casos en que los restos de Lama guanicoe aparecen acumulados por manipulación antropica, se trata de huesos largos fracturados, ya que los aborígenes consumían la medula ósea.

En la Provincia de Buenos Aires se han hallado en la localidad de Pehuen-Co, un sitio paleoicnologico con numerosas pisadas en las orillas de un pantano ya desaparecido, como así también en las localidades de Santa Clara del Mar y Miramar. Estas trazas fósiles son coherentes con la presencia y antigüedad de estas especies.

En el sitio arqueológico Paso Otero 5 en la localidad bonaerense de Necochea, se recuperaron restos óseos de este gran camélido con evidencia de que convivió con grupos humanos. Sus restos se han colectado en Sudamérica desde Bolivia, hasta el sur de la Patagonia, incluyendo Chile, Uruguay, y gran parte del resto de Argentina.

<<<Guanaco actual (Lama guanicoe).

Hace unos 10 a 12 mil años atrás, en la época más fría del Pleistoceno, se extinguieron todos los camélidos que habitaban en América del Norte, en donde se habían originado. En América del Sur desaparecen los Hemiauchenia y los Paleolama, y quedan solamente los camélidos de menor tamaño del género Lama y Vicugna.

En el Museo de Ciencias Naturales de Miramar, hay depositados algunos restos de estas especies que fueron hallados en estratos de al menos 700.000 años y también en sedimentos muy recientes de unos miles de años. Mientras hay nuevos materiales en estudio podrían tener mayor antigüedad.

Bibliografía Sugerida;

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Megaterio vs Lestodonte. Guerra de gigantes prehistóricos.

 Por Mariano Magnussen. Laboratorio Paleontológico. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.  Ilustraciones de Daniel Boh. marianomagnussen@yahoo.com.ar

El hallazgo reciente de restos fósiles de un perezoso gigante de unos 100 mil años llamado Lestodonte, podría hipotéticamente rebatarle a su par el título de “gigante” al Megaterio, a partir de nuevos fósiles hallados en la localidad bonaerense de Miramar, a unos 450 kilómetros de Buenos Aires.

Actualmente, los perezosos, son unas criaturas de tamaño medio – pequeño, que cuelgan de árboles en zonas tropicales, y de andar lento, de ahí, el término “perezoso”. Pero durante el Pleistoceno sudamericano (últimos 2,5 millones de años), en especial en la región pampeana de Argentina, sus parientes pesaban unas 5 toneladas y tenían de 4 a 5 metros de altura cuando se paraban sobre sus patas traseras.

El gigante  prehistórico sudamericano más grande y popular (al menos hasta ahora) es el Megaterio (Megatheriunm americanum). Su nombre significa "bestia grande" y sin dudas fue el animal terrestre de mayor tamaño que habito en la región pampeana, donde se han rescatado sus principales restos. En la zona de Miramar, se han recuperado fósiles de esta bestia, entre ellos, cráneo, mandíbulas, vertebras, huesos de las patas entre otros y depositados en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar.

Hace poco tiempo, cerca de la zona céntrica de la localidad balnearia, se vienen recuperando restos óseos de estos gigantes extintos. Sabemos que al menos tenemos restos de 4 o 5 individuos mezclados, de los cuales periódicamente recuperamos restos que van aflorando en el sedimento.

Pero el hallazgo de nuevos restos fósiles de un gran Lestodonte (Lestodon trigonidens) descubiertos y recuperados por el personal del museo miramarense, plantean nuevas hipótesis de quien fue el rey de las pampas prehistóricas. Se compararon dos fémures de ejemplares adultos, y el de Lestodonte supera al Megaterio con unos 85 cm de altura.

El hallazgo de estos individuos asociado aun no nos permite establecer si eran miembros de un misma manada o grupo familiar, pero si nos da una evidencia de que sus cuerpos fueron arrastrados por un antiguo arroyo  que ya no existe, y sus cuerpos fueron depositados parcialmente articulados sobre sus bordes y fondos.

<<<Fémur de mayor tamaño al promedio, atribuido a un Lestodon. Hallado en Miramar.

Pero los investigadores locales trabajan en conjunto con científicos de la Fundación Azara, Museo Argentino de Ciencias Naturales, Universidad Maimónides y Conicet, y compararon especialmente un fémur de Lestodonte junto al de un Megaterio adulto, lo que demostró que algunas especies de Lestodontes, llegaron a tener tamaños mayores a los considerados previamente.

El Dr Federico Agnolin, encabezó el estudio de una especie “enana” de Megaterio, también descubierta tiempo atrás en esta zona, lo que indicaría la presencia de otra especie de menor tamaño. En el caso de Lestodon, podríamos estar ante la presencia de un ejemplar “excepcional en tamaño”, o bien en el umbral de otra mirada sobre los mismos.

<<<Arriba, el Megaterio. A la izquierda, el Lestodonte.

Los investigadores señalaron que si bien aún es prematuro sostener que Lestodon le arrebate la gloria de gigante sudamericano al Megatherium, esto demuestra que en las ciencias naturales no todo está escrito y que aún queda mucho por descubrir, estudiar y comunicar.

Bibliografía Sugerida;

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