La presencia humana en la Región Pampeana desde
el Pleistoceno superior hasta el siglo XVI.
Mariano
Magnussen Saffer,
Presidente de la Asociación de Amigos del Museo
Municipal. Año 2009. e- mail:
marianomagnussen@yahoo.com.ar
La presencia del hombre en
el continente americano, y sobre todo en Argentina, merece un
largo y extenso desarrollo para comprender los distintos
momentos y sucesos durante milenios.
Uno de
lkos primeros grandes observadores, fue Florentino Ameghino se
basó en los hallazgos realizados en las costas de la provincia
de Buenos Aires para desarrollar una teoría. En esta afirmaba la
coexistencia entre seres humanos y la megafauna extinta en la
zona pampeana. Incluyendo un posible origen del ser humano y
posterior evolución en América.
Por lo tanto, según Ameghino, América fue foco de
otro proceso de evolución. En su obra “Antigüedad del Hombre en
el Plata”, se refiere a restos óseos a los que supuso gran
antigüedad y consideró antecesores del hombre. En 1890 lanzó la
teoría de que tales restos pertenecían nada menos a la época
Terciaria y 14 años más tarde elaboró su cuadro Filogénico de la
Humanidad que la inicia con una especie de mono muy antiguo que
llamó Prosimio Primitiva. Por evolución, esta especie dio origen
a otra denominada Simioidea Primitiva, aún cuando siguieron
existiendo simultáneamente seres de la especie original.
En la
actualidad,
conocimiento de los primitivos habitantes humanos de la región
pampeana, esta constituido principalmente a partir de las
excavaciones realizadas especialmente por los arqueólogos y
estudiantes de universidades, museos e instituciones dedicadas a
resolver como vivían nuestros antepasados. Igualmente pasa con
la paleontología, que estudia el pasado animal.
Para conocer
de que se alimentaban los paleoindios pampeanos y patagónicos,
la arqueología debe trabajar asociada a otras ciencias
auxiliares, como la paleontología, geología, biología molecular,
química entre otras.
Así mismo,
el registro Paleontológico de la región pampeana del actual
territorio Argentino, es uno de los más significativos para el
estudio y documentación de especies vivientes y extintas de los
últimos diez mil años que proviene principalmente de sitios
arqueológicos de lugares abiertos y libres.
La
temprana colonización humana de América, se produjo durante el
último período glaciar, se calcula que fue entre los 25.000 y
20.000 años atrás del presente.
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En esa
época el clima era muy frío y grandes masas de hielo cubrían
amplísimos territorios de América del Norte y sectores
montañosos de los Andes. Cuando este fenómeno alcanzó su máxima
intensidad, descendió en nivel de los océanos. Esto provocó que
el Estrecho de Bering (hoy sumergido bajo el mar), quedando
libre de agua y se formo una unión intercontinental de unos
2.000 kilómetros de ancho (Beringia) entre Siberia y Alaska. |
Esta fue
la vía terrestre por donde muchas especies de animales y plantas
migraron hacia ambos continentes. A su vez, los antiguos
cazadores siberianos iniciaron la última gran expansión
territorial de la humanidad al ingresar y poblar un nuevo
continente. Muchas de estas pruebas están basadas por el
testimonio arqueológico y paleontológico, y recientemente con
nuestras de ADN molecular.
Estos
primeros grupos humanos prehistóricos se fueron expandiendo
desde el norte por toda Sudamérica, arribando a la región
pampeana, hace aproximadamente 11.000 ó 10.000 años atrás. Las
particularidades del paisaje y la riqueza natural de esta
región favorecieron la ocupación humana durante esos milenios.
El nuevo escenario que encontraron estaba constituido por
abrigos rocosos, agua, materia prima, caza, pesca y recolección.
El modo
de vida característico hacia entonces, estuvo basado
principalmente en la caza de animales como ciervos, guanacos,
armadillos, caballos primitivos, lobos marinos y ñandúes, y en
la explotación de otros recursos complementarios de su dieta,
como fue la recolección de vegetales y productos marinos, que
obtenían durante los desplazamientos estaciónales hacia las
zonas adyacentes a las sierras, llanuras abiertas y litoral
atlántico.
Esta
forma de asociación socioeconómica, llamada cazador-recolector,
estuvo presente durante la mayor parte de la historia
prehispánica regional, sólo transformada profundamente por las
nuevas condiciones históricas desencadenadas a partir de la
conquista europea.
Las pruebas
de esto se hallan en varios yacimientos arqueológicos pampeanos,
como el Arroyo Seco, Estancia La Moderna, Cerro La
China, Cueva Los Antiguos, Cerro El Sombrero, Cueva Burucuyá,
Abrigo Los Pinos entre otros.
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Numerosos
instrumentos de piedra y fragmentos de roca talladas, permiten
hoy reconstruir los procesos de producción de herramientas y sus
usos. En tanto los fogones y huesos de animales indican la
fecha, el clima y fauna de la época.
Uno de los
primeros sitios arqueológicos más antiguos descubiertos en la
región, se llama “Estancia La Moderna” y fue estudiado por el
arqueólogo Floreal Palanca, quien halló restos de gliptodonte
junto a artefactos de piedra y los interpretó como evidencias
claras de la presencia humana en épocas en que aún vivían estos
animales. De este modo, Palanca propuso la antigüedad del
poblamiento pampeano en coexistencia con animales hoy totalmente
extinguidos. |
El paraje
llamado “Cerro La China”, comprende varios refugios rocosos que
brindaron abrigo a sus antiguos ocupantes, como también la
materia prima para producir ciertas herramientas de piedra. En
estos sitios arqueológicos se hallaron instrumentos
especializados para la caza, que se denominan puntas de
proyectil del tipo "cola de pescado", llamadas así por su
semejanza en el formato. Estos descubrimientos son indicativos
del grado de tecnología de la talla en piedra alcanzado hacia
entonces, como también de la especialización en la caza, que
exigió la fabricación de instrumentos de mucha precisión y
eficiencia. Este asentamiento es relevante, por ubicarse
temporalmente hacia los 10.750 años antes del presente.
Las
investigaciones posteriores del arqueólogo Gustavo Politis y su
equipo, son importantes en la reconstrucción del poblamiento de
la región. Ellos encontraron en el sitio “Arroyo Seco”, entre
numerosos restos óseos de diversos animales, los de un caballo
americano, animal que se extinguiría poco tiempo después. En el
mismo sitio hallaron enterrados una gran cantidad de esqueletos
humanos, junto a evidencias del ritual de la muerte (collares,
adornos y pigmentos minerales). Estas manifestaciones fueron
una parte importante de las expresiones sociales y simbólicas de
los cazadores-recolectores de hace casi 10.000 años.
A pesar
que hace miles de años atrás el clima era más frío y árido y la
posición de la costa, estaba muchos kilómetros más hacia el
Este, la región siempre se caracterizó por articular el paisaje
serrano y el ambiente costero.
Durante
miles de años se encontraron organizados en pequeñas unidades
domésticas emparentados. A esta forma de organización humana se
las llamó y aún perdura la denominación de bandas. Fueron
núcleos muy móviles, estimándose en un número de entre 30 ó 40
personas.
Estas
tuvieron un patrón de vida donde la movilidad fue una estrategia
fundamental para no sobreexplotar la naturaleza. Se trasladaban
de un lugar a otro. Lamentablemente, existen pocas pruebas
arqueológicas sobre como vivieron en las costas en la época del
poblamiento temprano, debido a que estos antiguos sitios, se
hallan hoy cubiertos por el mar.
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Quedan
pruebas indirectas de sus excursiones por el litoral, como la
presencia de rocas (rodados marinos) y caracoles, recolectados
en las playas y hallados en sitios de las sierras. Sobre las
barrancas y cercano a los arroyos de Chapadmalal, se encontraron
diez sitios arqueológicos, indicativo del interés indígena por
la costa (pesca, recolección de moluscos y caza de lobos
marinos). Seleccionaron conchillas para adornos y rocas de buena
calidad, para la talla de instrumentos. |
Las cuevas y
cavernas funcionaron como lugares fijos de permanencia
temporaria. Los de mejor ubicación fueron utilizados como
campamentos de unidad doméstica (familiares) y en otros refugios
ocasionales manufacturaban la piedra y desmembraban sus presas
(guanacos o ciervos) y obtener médula ósea, productos que luego
transportaban al campamento familiar.
En otros
sitios de las sierras de Lobería, en el cerro “La China” y cerro
“El Sombrero”, se obtuvieron fechados por carbono 14, cuyos
resultados llevan la frontera del poblamiento inicial de la
región pampeana a los 11.000 y 10.700 años, antes del presente.
Los
arqueólogos denominan Paleoindios a estas primeras sociedades,
para indicar que fueron los colonizadores más antiguos de la
pampa. Estos grupos tallaron unas puntas de lanza, llamadas
puntas “cola de pescado”, por la forma de la base que se inserta
en el astil. Estos instrumentos se hallaron en varios
yacimientos sudamericanos y en las pampas orientales argentinas
y solo se elaboraron dentro de un rango temporal entre los
11.000 y 9.000 años, antes del presente.
Las
sociedades indígenas pampeanas que vivieron durante el período,
que los geólogos llaman Holoceno Medio (entre 7.000 y 3.000 años
aproximadamente), se vieron favorecidas por mejoras climáticas,
pues el período glacial había terminado. Así, vieron ampliada la
oferta de recursos para la subsistencia. Los abundantes
guanacos y venados, fueron los principales animales cazados para
consumo y manufactura del cuero e instrumentos de hueso. Algunos
arqueólogos, en otras regiones del país, llaman Arcaico a este
período.
Los
habitantes de esta región posteriores a los "paleoindios",
introdujeron algunas transformaciones importantes en la
producción tecnológica, es decir en la fabricación de artefactos
de piedra, hueso y posiblemente de madera. Esto se debió a
partir de nuevas necesidades sociales y otras como las
alimenticias. Las boleadoras y las puntas de proyectil
continuaron siendo elaboradas durante milenios, porque eran
instrumentos eficientes para cazar animales. Las innovaciones
tecnológicas que se produjeron fueron para mejorar las técnicas
de pulido o talla de la piedra y lograr así formas y dimensiones
variadas en los instrumentos (puntas, raspadores, cuchillos,
etc.). Estos cambios se detectan en varios sitios de la pampa,
donde los cazadores-recolectores mas recientes, elaboraron
puntas de proyectil de menor tamaño y nuevas formas:
triangulares y sin pedúnculo.
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Durante los
últimos 2.000 años, se produjeron otros cambios
socio-económicos. Los sitios arqueológicos correspondientes a
este período, son más numerosos y la alfarería y el arte
rupestre presentan diferenciaciones estilísticas. Éstas hablan
de distinciones entre una región y otra y tal vez, estuvieron
ligadas a formas de identificaciones étnicas. |
Se cuenta
con información que permite caracterizar a las civilizaciones
que vivieron en la región en tiempos cercanos al siglo XVI.
En el
sitio "Lobería I" encontraron los primeros indicios vinculados
con la ideología de los pueblos cazadores-recolectores. Estos
son, manifestaciones simbólicas como las pinturas rupestres y
otras evidencias relacionadas muy probablemente, con el ritual.
Esas evidencias surgen a partir del descubrimiento de pinturas
en una de las cuevas, probablemente también conectadas a 88
pequeñas puntas de proyectil, descubiertas en un sector muy
reducido del abrigo.
Este
fenómeno se da en el mismo momento en que los nuevos ajustes
tecnológicos ligados a la producción de puntas de proyectil (que
reducirán, aún más, su tamaño) y a un mayor uso de instrumentos
elaborados con huesos de animales. En este sentido sobresale la
manufactura de punzones, puntas y finas agujas óseas muy pulidas
que pudieron ser instrumentos destinados mayoritariamente al
trabajo con cueros. El uso de vasijas de cerámica permitió
ampliar la posibilidad de almacenar alimentos, así como también
ampliar las maneras de preparación y cocción de los mismos.
Los
indígenas decoraban estas piezas de uso doméstico. En la pampa
los diseños fueron geométricos y se hacían mediante incisiones
sobre la pasta fresca. Después, cuando la vasija estaba seca,
pintaban sus caras internas y externas con pintura roja. La
decoración de la alfarería y el arte rupestres (pintura sobre
rocas), tienen una relación muy fuerte con el mundo de las ideas
y de la comunicación simbólico-social de los grupos indígenas.
Tal vez estos dibujos indicaban pasos, ojos de agua o lugares de
reunión de varias "bandas".
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A partir del
siglo XVI, estas sociedades se enfrentaron de manera compulsiva
a vivir de otra manera, generándose un nuevo proceso histórico:
había comenzado la conquista española, del continente
sudamericano. Con la introducción de caballos, vacuno y otros
productos europeos, se iniciaron profundas transformaciones en
la economía y organización social cazadora-recolectora. |
Las llanuras
pampeanas y, se constituyeron durante unos siglos en un
importante centro de abastecimiento y engorde de ganado
caballar.
Se
constituyó durante el período colonial un vértice del circuito
mercantil, donde la obtención de ganado fue la base de la nueva
estructura indígena, pues la información paleontológica
recogida, ya indicó la ausencia de ciervos y guanacos para
épocas cercanas a la expansión europea. Se puede pensar en
fenómenos de retracción y/o extinción de estas especies, que
fueron hasta entonces la base de la alimentación de los grupos
indígenas. El descubrimiento de construcciones de piedra,
llamadas por los lugareños "corrales de indios", en las
serranías locales y en los alrededores de Tandil, pone en
evidencia un nuevo panorama y la conformación de un complejo
social, que resultará típico en la etapa colonial
Nuestros
pampas serranos, tuvieron también apoyo e influencia de algunas
costumbres de los indígenas que fueron los Mapuches o
Araucanos. La palabra Mapuche significa "Gente de la Tierra" y
es el nombre con que se identifica a los pueblos indígenas del
centro-sur de Chile y de la cordillera neuquina de Argentina.
Los conquistadores y aún la Nación Argentina, los llamó
Araucanos.
Bibliografía Sugerida:
Cabrera, A., 1957. Catalogo de los mamíferos de
América del Sur. I. Rev. Mus. Cs. Nat. “B. Rivadavia”, Zool. 4(1); 1-307.Bs.As.
Francesco C.G. y Zarate, M.A.1999. Análisis
tafonomico de Littoridina Souleyet, 1852 (Gastropoda: Hydrobiidae) en perfiles
holocenos del rio Quequen grande (Prov. Buenos Aires): significativo
paleobiologico y paleoambental. Ameghiniana 36 (3): 297-310 Bs.As.
Fidalgo, F. y Tonni, E.P. 1983. Geología y
paleontología de los sedimentos encausados del pleistoceno tardío y holoceno de
Punta Hermengo y arroyo Las Brusquitas (Partido de General Alvarado y General
Pueyrredon, Provincia de Buenos Aires). Ameghiniana 20 (3-4): 281-296.
Fidalgo,
F; Meo Guzmán, L; Politis, G; Salemme, M. y Tonni E. 1986. Investigaciones
arqueológicas en el sitio 2 de Arroyo Seco (Partido de Tres Arroyos, provincia de
Buenos Aires, Republica Argentina).
New Evidence for
the Pleistocene Peopling of the Americas. Center for the Study Of Early Man.
Alan Bryan Ed. Orono Maine.
Frenguelli, J. 1920. Los terrenos de la costa
atlántica en los alrededores de Miramar (prov. Bs.As.) y sus correlaciones. Bol.
Acad. Nac. Cienc. Cordoba 24: 325-385.
Palanca, F. Y Politis, G. 1979. Los cazadores de
fauna extinguida de la provincia de Buenos Aires. Prehistoria Bonaerense, pp.
71-91, Olavaria.
Politis, G. 1984. Investigaciones arqueológicas
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Tonni, E. P. Y Fidalgo, F. 1982. Geología y Paleontología de los
sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov.
Bs. As,
Repub. Argentina);
Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108
Nuestros Primeros Vecinos.
Por Daniel Boh.
Museo Municipal de Miramar. Publicado originalmente en la Revista El
Espigon. Numero 33.
jdanielboh@yahoo.com.ar
Mucho antes de
la llegada de los conquistadores españoles estas tierras eran
recorridas por grupos humanos cuyas características apenas son
conocidas por nosotros pero, gracias a los esfuerzos de años de
investigación de científicos e historiadores es posible saber
algo sobre su vida y costumbres.
Tal como la
mayoría sabe y las actuales pruebas así lo muestra el
poblamiento de América fue concretado por el extremo de América
del Norte por algunas tribus de nómades provenientes de Asia que
cruzaron el Estrecho de Bering hace unos 30.000 años.
Posteriormente se cree que existió influencia de la Polinesia y
aún de Europa en tiempos prehistóricos antes que Colón y los
vikingos.
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La expansión de
esos primeros grupos fue muy rápida puesto que en la Provincia
de Buenos Aires existen pruebas de antiguos habitantes de una
antigüedad de aproximadamente 11.000 años, las cuales fueron
ubicadas en un sitio dentro de nuestro Partido de General
Alvarado. Para esos tiempos aún existían los antiguos y
gigantescos animales que caracterizaban la fauna fósil pampeana
de finales del Período Pleistoceno y principios del Holoceno
(hace unos 10.000 años). |
Existen pruebas
de que los primeros seres humanos cazaron estos seres en las
localidades de Olavarría y Tres Arroyos, con restos de
Megaterios o Gliptodontes que fueron cazados y faenados. Debido
a esta convivencia de casi 3000 años y la extinción de aquellos
se cree que los seres humanos provocaron la misma por una
sobreexplotación de los mismos, aunque no existen pruebas
contundentes la coincidencia es interesante y se repite en
Australia y otros sitios aislados. Para lo que nos interesa a
nosotros podemos decir que se cree que los grupos nómades que
dejaron pruebas de su paso por nuestra región eran los mismos
que recorrían el interior de la provincia y que posiblemente
habitaban la zona serrana.
La estadía en estas playas era para recolectar material y
fabricar sus herramientas. El principal componente era la piedra
y en la costa es posible hallar rocas de gran dureza como el
Basalto y otras, ideales para obtener cuchillos, raederas o
raspadores. Aún es posible observar entre las zonas que los
médanos dejan limpias por el viento, gran cantidad de restos del
trabajo de tallado posiblemente acumuladas durante generaciones.
Lamentablemente estas pruebas van desapareciendo debido a la
gran cantidad de tránsito de vehículos aptos para la arena que
circulan todos los años en esos lugares.
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En el Museo Municipal Punta Hermengo se
exhibe parte de un esqueleto humano hallado por unos
vecinos de la ciudad hace mas de treinta años. El mismo
apareció al borde de un arroyo de la zona en donde ahora
existe un gigantesco médano. |
Posiblemente existan más restos ya que
era tradición el elegir los mismos lugares para ser usados como
cementerios. La costumbre era a veces la de enterrar al muerto
en un sitio provisorio si no se estaba cerca, para luego ser
desenterrado y sus huesos limpiados y pintados, generalmente de
rojo. Luego se lo transportaba en forma de paquete al lugar
definitivo.
Un ejemplo de
eso fue un impresionante hallazgo realizado en el año 1913 cerca
de la desembocadura del arroyo Malacara. El mismo se une al
Pescado y al Nutria Mansa en el límite de nuestro distrito con
Lobería y cerca de la localidad de Centinela del Mar. En ese
lugar fue desenterrado un cementerio con varios individuos, los
cuales fueron enterrados directamente en el lugar o traídos
desde lejos.
En el año 2002
fue encontrado un yacimiento arqueológico en inmediaciones del
Arroyo Nutria Mansa que estaba compuesto principalmente por
centenares de huesos de guanaco, siendo un lugar de desposte de
piezas cazadas durante bastante tiempo. El lugar tiene un
antigüedad de casi 3000 años y también se hallaron restos del
cánido Aguará Guazú (indicando un clima más cálido al actual) y
adornos confeccionados en dientes de Tiburón Blanco.
Ya en los
primeros tiempos de la colonia se produce el viaje de Juan de
Garay en 1582 hacia estas costas desde la recientemente
refundada Buenos Aires. En su diario describe un lugar que es
posible reconocer como los cerros de Mar del Plata, hoy tapados
por el crecimiento urbano. Ahí se contacta con algunos nativos
que le describen como es el interior de la llanura pampeana y la
cantidad de gente que la habita. Se hace evidente que ya desde
hacía siglos había contacto entre la zona de cuyo y la costa
bonaerense. Posteriormente y con la llegada de los primeros
sacerdotes Jesuitas aparecen las primeras descripciones sobre
las costumbres y características de las tribus pampeanas.
Generalmente se toma a las mismas como las más imparciales y
confiables, si se tiene en cuenta el contexto histórico.
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Entre los años 1740 y 1750 se fundaron
tres reducciones. Las dos últimas en la Sierra del
Vúlcan (hoy Sierra de los Padres). Las mismas intentaron
conquistar por medio de la evangelización a las tribus
de Tehuelches septentrionales y otras parcialidades que
en ese entonces estaban comandadas por el Cacique
Cangapol. Estos se llamaban así mismos como Güenaken ya
que la palabra “tehuelche” es de origen Mapuche. Los
españoles los llamaban Patagones o Pampas. |
Las reducciones
tuvieron cierto éxito en su tarea pero los comerciantes blancos
buscaban aprovecharse de los aborígenes canjeando sus productos
por ciertos objetos útiles pero principalmente por el alcohol,
el cuál provocaba estragos entre los aborígenes. Cangapol
toleraba a los religiosos y no ponía muchas objeciones al
trabajo de los sacerdotes pero, varias desinteligencias y
posteriormente el asesinato de su primo Tolmicháyá por parte de
los españoles, provocó su ira. En poco tiempo reunió miles de
guerreros que destruyeron las reducciones, salvándose los
jesuitas por poco. Hasta la misma ciudad de Buenos Aires estuvo
a punto de ser arrasada, pero el uso de las armas de fuego no
permitieron que esto sucediera.
Posiblemente esa
fue la última de la incursiones comandada por un cacique
Tehuelche, ya que desde el siglo XVI comenzaron a cruzar desde
Chile varios grupos de Mapuches, llamados por los españoles
Araucanos debido a que se consideraba que los mismos eran
provenientes de la región de Arauco en ese país. Estas tribus
lentamente fueron asimilando a las parcialidades locales por
medio de guerras o por la simple presión de su presencia. El
antiguo idioma de nuestras pampas fue reemplazado por el de los
recién llegados aunque algunas voces lograron sobrevivir hasta
ahora especialmente en la región patagónica. Según las crónicas
de la época el ganado era muy apreciado por estas tribus debido
a que lo comerciaban en el vecino país, canjeándolo por telas,
herramientas, ropas y metales preciosos, entre otros útiles. Por
supuesto que esto derivó en las conocidas contiendas que
culminaron con la expedición del General Roca en 1879.
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Para nuestro
distrito no existen datos registrados sobre incursiones o
“malones”, puesto que para cuando se formaron las primeras
estancias ya las tribus mapuches se hallaban mucho más al sur.
El malón más cercano fue en Lobería en una estancia llamada “San
Antonio” de Arruda, en 1857 y la famosa Zanja de Alsina recorría
el sur de Córdoba hasta Tornquist en 1876-77. Existe un relato
que indica el paso de un aborigen perdido que pasó una
noche en lo que hoy es la estancia La Eufemia
aproximadamente por 1885. |
Por otra parte se cuenta que el nombre de estancia “El Infierno”
se refería al constante acoso de los aborígenes aunque otros
dicen que el nombre tiene que ver con lo difícil de la vida en
ella. La estancia “Ballenera” o “Ballenera Vieja” es del año
1839 y sobre ella no se cuenta ninguno de estos casos aunque sí
poseía un sótano al que se podía acceder desde una alacena, por
si existía algún peligro de invasión. El casco aún existe aunque
con reformas.
Es posible que
el único topónimo aborigen en nuestro distrito sea el del arroyo
“Chocorí”, quien fuera un importante cacique Tehuelche que
desapareció en inmediaciones de Bahía Blanca en 1833 y que su
armadura confeccionada con muchas capas de cuero está exhibida
en el Museo de La Plata. Se cuenta que en los alrededores de Mar
del Sud existía una toldería o al menos un pequeño grupo de
aborígenes hasta la primera mitad del siglo XX, tema que todavía
estamos investigando.
Bibliografía:
“La Conquista del Desierto”
Dirección de Geodesia, Ministerio de Obras Públicas de la
Provincia de Buenos Aires. Noviembre de 1987.
“El indio del desierto, 1535-1879”, Dionisio Schoo Lastra,
Editorial Goncourt, 1977.
“Costeando las llanuras”, Dr. Mariano Bonomo, Sociedad Argentina
de Antropología, 2005.
“El cacique Cangapol llamado El Bravo”, Padre Guillermo Furlong,
Revista Buenos Aires. |